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Foto del escritorDra. Emma de Sosa

Viaje a Argentina

Siempre que emprendemos un viaje, me aseguro de tener personas en oración constante a nuestro favor. Hay algunas misiones que requieren más oración que otras. Sobre todo, cuando ha pasado algún tiempo sin pisar el lugar, pareciera que es necesario volver a conquistar el territorio.


En esta ocasión viajaríamos a la bella Argentina, la cual no visitábamos desde octubre del 2019, un poco más de dos años. Debido a las restricciones por Pandemia, el papeleo es más engorroso, para cumplir con todos los requisitos de ingreso. Pero ya que el viaje era vía Miami, se complicaba un poco más. No obstante, debido a que preparamos todo con tiempo, el ingreso fue fácil y tranquilo. La última semana la pasamos en La Patagonia, aterrizando en Neuquén, un lugar famoso por los fuertes vientos y clima desértico.


Llegó la hora del regreso, lo cual se veía un poco más complicado que de costumbre, ya que debido a la aparición del Ómicron, las exigencias para ingresar a los Estados Unidos son mayores. Todo comenzó con levantarnos muy temprano para ir a hacer fila al laboratorio para realizarnos la prueba de Covid 19, resultados que deberíamos tener en mano, antes de 24 horas de nuestro vuelo hacia los Estados Unidos. Nuestra salida de Neuquén hacia la capital argentina, fue turbulenta y estresante.


Llegamos al Aeroparque, pero debíamos trasladarnos al aeropuerto de Ezeiza para emprender el retorno a los Estados Unidos, y de aquí de vuelta a casa. Había escasez de Taxis, por fin encontramos uno, que nos condujo en tiempo record, a pesar del tráfico, estuvimos en hora y media.


Hicimos fila durante casi tres horas para poder hacer nuestro chequeo de documentos y equipaje. En determinado momento se trabó el sistema de bandas para las maletas, lo cual detuvo el proceso por unos quince minutos. Al llegar finalmente al mostrador, nos pidieron llenar formularios en línea, desde nuestro teléfono, además de tres formas físicas por cada uno. En resumen, nuestro vuelo se atrasó media hora para partir. Ya teníamos por seguro que no íbamos a poder alcanzar nuestra conexión de Miami hacia nuestra casa en La Lima, Honduras.


Al arribar a Miami, después de nueve horas de vuelo nocturno, nos sorprendimos al ver un mar de gente, haciendo fila para Migración. De forma sobrenatural, nos pasaron al frente de la fila en una ventanilla especial. Tomamos nuestras maletas y caminamos o casi corrimos con ellas, por muchos metros, yendo de un extremo al otro del aeropuerto, para llegar a la aerolínea que nos llevaría a casa. Aquí la fila para chequear documentos y equipaje, era interminable, pero también de forma extraordinaria nos pasaron hacia adelante, porque nuestro vuelo cerraría en un minuto.


Luego debíamos correr hacia el punto de migración y filtro de equipaje. Aquí había una gran cola también. De forma humilde, pero confiando en el Señor, pedimos ayuda al supervisor, quien además de amonestarnos y asegurarnos que el vuelo estaba cerrando, nos pasó al lugar donde estaban los de sillas de ruedas. Fuimos atendidos rápidamente, pasamos el equipaje de mano por inspección, y pasamos nosotros mismos, también. Tuvimos que correr desde la puerta D 1 a la D 43, muchos metros más. Finalmente llegamos al asiento de nuestro avión, y nos desplomamos, agradecidos con Dios por haberlo visto actuar a nuestro favor. Puedo decir que fue un milagro que llegáramos con bien y a tiempo. Dos días después, todavía duelen los músculos de todo el cuerpo, pero podemos testificar de la misericordia de nuestro Dios y el poder de la oración.

"Podemos testificar de la misericordia de nuestro Dios y el poder de la oración."

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