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Reconciliación Entre Generaciones

Todos nosotros los seres humanos al convertirnos en padres de familia, idealmente deberíamos volvernos los líderes de nuestros hijos. De alguna manera soñamos con que ellos sigan nuestras pisadas y se conviertan en hombres, varones y mujeres de bien, que se encuentren a sí mismos y sean plenos en la vida.


Cuando los hijos jóvenes llegan a cierta edad en que se sienten maduros, es muy probable que entren en desacuerdo con sus padres. Los chicos comienzan a tener sus propias ideas y sus preferencias o gustos, los cuales quizás y casi con seguridad, serán diferentes a los de sus padres.


No podemos pasar por alto, que esto implica un conflicto interno para el hijo, pero también para los padres. Será difícil que el muchacho siga aceptando lo que a los padres les parece bien, solamente porque sus padres lo dicen. Si el muchacho ha estado expuesto a otros ambientes, y en ellos se ha sentido cómodo, seguramente él evolucionará desde esa perspectiva y quizás hasta comience a criticar a sus padres, o a todo lo que constituye su entorno, el ámbito a su alrededor.


Estos muchachos tratarán por todos los medios de expresar su descontento o de manifestar lo que está dentro de ellos. Cuando eso ocurra, si sus padres los critican, probablemente sólo empeorará la brecha generacional. El deseo de Dios es que no exista esa distancia, sino que ambas generaciones puedan traslaparse entre sí, de manera que, cediendo en ambos extremos, puedan convivir de una manera sana y de respeto mutuo.


Estoy casi segura que cuando estos chicos crezcan y se conviertan en padres, vivirán algo similar con sus hijos, porque existe una ley de siembra y cosecha. Es que, aunque no quisiéramos, la historia se repite en cada generación, a no ser que, mediante la gracia sobrenatural de Dios, llenando el interior de estos chicos y de sus padres, venga la comprensión a través de la madurez y el amor.


Es probable que no nos demos cuenta que hay otros adultos que están ejerciendo más influencia que nosotros mismos, sobre nuestros hijos. Lamentablemente, a veces los muchachos escuchan más las voces de afuera que las de los padres. Pero este día mi oración es que se realice esa reconciliación entre las generaciones, que los hijos vuelvan su corazón a sus padres y los padres lo inclinen hacia sus hijos. Que se fusionen el amor de los unos por los otros, a pesar de las diferencias, las cuales nunca deberían ser una razón para distanciarse. ¡Viva la diferencia, y amémonos sin límites!

"¡Viva la diferencia, y amémonos sin límites!"

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