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Los Peligros del Mundo

En estos días, conversaba con mi madre vía teléfono. Ella muy sorprendida me expresaba su preocupación, porque mi hermano menor está por enviar a su hija de diecisiete años a la ciudad de Monterrey, México para que realice estudios universitarios. Mi mamá, muy preocupada por su nieta, me decía: “¡imagínese, la van a dejar sola, tan jovencita!”. No supe si ponerme triste, o cómo reaccionar, solamente le dije: “¿Mami, pero usted no se preocupó cuando me dejaron a mi sola en la Universidad, en la ciudad de México, a menor edad que ella?”, yo apenas acababa de cumplir los dieciséis años. Ella de inmediato me dijo: "¡Ah, pero esos eran otros tiempos, ahora se oyen tantas cosas malas que pasan!" Le dije: "Las mismas cosas malas pasaban antes y también ahora, solamente que antes no teníamos internet y las noticias no se divulgaban con la rapidez de hoy día."


Es interesante que alguien viva una situación o tome una decisión en un momento dado, pensando que es lo correcto, y lo mejor para ese tiempo; y, sin embargo, que después de treinta y seis años, piense que esa acción, hoy día, ejecutada por otro, es inadecuada.


¿O será sencillamente que los padres no ven malas algunas cosas para con sus hijos, pero son más conservadores cuando se trata de sus nietos? Cuando yo lo veo retrospectivamente, me pareció una osadía lo que mis padres hicieron en 1986. Quizás hoy día lo agradezco, porque me hizo fuerte, me ayudó a superar temores e inhibiciones, pero también me hizo dura emocionalmente, porque tuve que aprender a crecer en mi adolescencia, sin la presencia de mis padres.


Quizás mi sobrina si está más preparada ahora para esa experiencia, ya que sus padres se han dedicado a formarla para ello. Yo no estaba lista en lo absoluto, pero la vida y las circunstancias me obligaron a sobrevivir y de alguna manera a llevarlo con entereza.


Me tocó pasar situaciones en donde me sentí desvalida y muy necesitada, pero ahora entiendo que, a falta de la protección humana, mi Padre Dios, estuvo presente para defenderme, para guardarme y preservarme.


Cuán agradecida vivo hoy, más de tres décadas después, al saber que siempre tuve a alguien espiritual, quizás un ángel, que me libró en medio del peligro, aun cuando me extravié en un barrio de delincuentes, o cuando un desconocido quiso aprovecharse de mí. Los peligros siempre estarán a la puerta, pero nuestro Padre Dios enviará ángeles para cuidarnos y hacernos saber que nunca estaremos solos.

"Los peligros siempre estarán a la puerta, pero nuestro Padre Dios enviará ángeles para cuidarnos y hacernos saber que nunca estaremos solos. "

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