Cuando Dios creó el universo, una de sus primeras acciones consistió en separar “la Luz” de las tinieblas. Dice el libro de Génesis en su primer capítulo:
"Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día."
Si Dios vio que “la Luz” era buena, y la separó de las tinieblas, es porque evidentemente, Él consideraba que las tinieblas eran malas.
A lo largo de las Escrituras, encontramos la descripción o la mención de todo aquello que está contenido en la palabra “tinieblas”, así: Oscuridad, penumbra, pecado, muerte, aflicción, dolor, impureza, contaminación, diablo, satanás. Pero de la misma manera, la Biblia está llena de la Palabra “Luz” y todo lo que implica, así: Vida, Dios, amor, santidad, pureza, gozo… y mucho más. Dice la Biblia que, en Él (Jesucristo) estaba la Vida y la Vida era “la Luz” de los hombres. Es decir que la Luz está directamente relacionada con Dios, con Jesucristo, con la Vida.
Esto parece muy claro para mí y quizás para aquel que me está leyendo ahora mismo, pero no es así para todos. Hay personas para quienes las tinieblas son su deleite, sin poder entender cuál es el fin de ello.
Recientemente leí que el Consulado de México en San Pedro Sula estaba invitando, en estos días, a los niños y jóvenes entre 6 y 15 años de edad, a participar de un concurso de Dibujo, en todas las técnicas y usando diversos materiales, por el día de los muertos, donde obviamente la temática central es la muerte. Cualquiera pensaría, ¿cómo es posible que personas educadas y preparadas, tengan afición por las tinieblas y la muerte?
Esto no es entendible, pero yo si lo puedo comprender, porque hace muchos años, a pesar de ser yo una persona muy preparada académicamente, era una aficionada de la muerte, la tiniebla, las celebraciones de “Día de las Brujas” y todo lo relacionado con ello. Un día, “la Luz” se me manifestó, Jesucristo llegó a mí y fui llena de la Vida que genera Luz. Nunca más volví a deleitarme en las tinieblas, ni en la oscuridad.
¿Saben qué, queridos lectores? Me doy cuenta que esto no tiene nada que ver con inteligencia, ni con preparación. Todo depende de la misericordia de Dios, Quien se revela y se manifiesta a nosotros, para trasladarnos de las tinieblas, a Su Luz admirable. Mi anhelo es que muchas más personas puedan ser alumbradas por esa Luz inmarcesible, la única que proviene de la Vida y que es pertinente a nuestro Dios, el Único en Quien hay salvación.
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