Cuando somos jóvenes hacemos muchas cosas que la juventud, el vigor y la salud nos permiten, sin considerar que quizás, algunas de esas acciones, podrían tener consecuencias a largo plazo, en nuestro organismo.
Un ejemplo claro es que los adultos nos dijeron que no nos laváramos la cara con jabón normal porque la lejía afecta el cutis. Que nunca nos acostáramos a dormir con maquillaje en la cara, porque las impurezas obstruirían los poros de la piel facial. Que no frunciéramos el ceño, ya sea por causa del sol o por estar enojadas, ya que eso marcaría arrugas indisolubles en el rostro. Que usáramos bloqueador solar al exponernos al sol, aún al resplandor. Al pasar de los años y observar las arrugas, las manchas y demás, nos damos cuenta que quizás no acatamos las recomendaciones.
Aunque ese es un ejemplo muy común, gracias a Dios no tiene consecuencias tan graves, pero quiero comentarles acerca de algo que me ocurrió a mí. Desde que yo era muy chica, acostumbraba a tomar el lápiz con mi mano izquierda, usando mucha presión, aún para escribir. Fue tanto, que tengo un callo entre la falange y la falangina del dedo medio de la mano izquierda. Pero peor aún, ese dedo comenzó a trabarse, dándome dificultad para extenderlo, hasta el punto que hoy día, no puedo flexionar ese dedo, se quedó rígido.
Por otro lado, me gustó siempre costurar, a veces hacer cortinas, o tapizar muebles. Para ello tenía que cortar las telas, las cuales a veces eran muy gruesas, o se trataba de lona o vinilo. Muchas veces usé tijeras no aptas para zurdos, de manera que el dedo pulgar me dolía mucho, a nivel de la articulación entre el metacarpo y el trapecio.
Hoy día, estoy presentando serios problemas en la movilidad de mi mano, con la cual escribo, firmo y hago la mayor parte de las cosas. Fui a visitar al médico, quien me refirió al especialista, quien a su vez me explicó que todo esto se debe a que el líquido que lubrica el tendón se agotó, para ello me indicó cirugía, en la palma de la mano, a nivel del carpo, con el objetivo de liberar el tendón, que es el tratamiento de elección. Todo esto es molesto, doloroso y caro.
Me pregunto si podía haber evitado todo esto, si lo hubiera sabido. Si no hubiera apretado tanto el lápiz o las tijeras. Me hago la pregunta ¿esto tiene que ver con desgaste solamente, o con herencia, también?
Haríamos bien en escuchar los consejos de los mayores, quienes han vivido experiencias de las cuales podríamos aprender. Por eso estoy compartiendo esto, para que los jóvenes traten de evitar cometer algunos de estos errores.
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