Recientemente recibí una llamada de una mujer en edad adulta, quien está casada y tiene un hijo con su actual esposo, además de otro mayor, previo a este matrimonio. Se trata de una mujer que no tuvo muy buena experiencia en sus relaciones pasadas, pero un día ella le pidió a Dios que le enviara un hombre que la amara, que fuera responsable, que la valorara y demás.
El anhelado día llegó, y ese hombre apareció, la amó y la respetó, le ofreció matrimonio y juntos procrearon ese hijo que hoy tienen. Fue tanto el interés de él por acercarse a ella, que se acercó a Dios, a pesar de su trasfondo religioso, llegó a ser un verdadero creyente, que depende del Señor.
Esta mujer que tanto deseó que esto ocurriera, hoy me llamó porque se siente en depresión y con deseos de quitarse la vida. Al preguntarle por la causa de esto, me dice que ella se siente culpable por no amar ya a este hombre, que se casó muy enamorada, pero que ahora no lo soporta. Que le pide constantemente a Dios que le cambie su duro corazón, que le permita enamorarse otra vez de su esposo.
Ella piensa que así no vale la pena vivir. Se siente mal al saber que él sufre por su desamor, ya que ella no tiene ningún reparo para decirle que no lo ama. Ella me llamaba para que yo le ayudara en oración.
Que contradicciones encontramos en la vida, hay hombre que maltratan a sus mujeres, no las valoran y las desprecian, pero ellas se deshacen por ellos. Pero en cambio, hay hombres buenos, amorosos, responsables, que se enamoran de mujeres que los desprecian.
Creo que el mayor problema es que podríamos confundir la ilusión o la pasión, con el amor. El amor es Dios, porque Dios es amor. Si Dios es eterno, el amor nunca deja de ser. Quizás disminuya la atracción física o la pasión al momento de tener intimidad, pero el amor verdadero permanece. El amor madura con el tiempo, se vuelve más fuerte al ser probado. El amor todo lo puede, todo lo perdona, todo lo cree. El amor no está pensando en qué me va a dar la otra persona, sino en qué puedo darle yo.
Cuando el corazón se endurece, no permite a Dios entrar en él. Sin Dios en el corazón, es imposible amar. Nosotros lo amamos a Él, porque Él nos amó primero. Yo no podría amar a nadie, ni siquiera a mí misma, sin el amor de Dios dentro de mí. ¿Entonces no será más bien que ella le permitió a las tinieblas tomar el lugar de su Señor? El genuino arrepentimiento nos permite volver a tener a Dios vivo en el corazón, para ser capaces de amar, a pesar de las apariencias.
Amen. Así es sin amor no se ama ni uno mismo, vive triste y todo le molesta. Piensa que todo va mal aprendí a amar a mi Dios, aprendí a amamarme a mi misma y amar a los demás apesar de todas las malas circunstancias. Amen. Gracias por esta lecturas