La vida es como una rueda que gira y gira, algunas veces te lleva al mismo sitio donde estuviste, no que te mueva hacia atrás, pero te lleva a vivir las mismas experiencias del pasado. A veces me pregunto ¿será que no pudimos aprobar el examen de esa etapa y por eso nos lo ponen otra vez?
Sin embargo, nuestra responsabilidad es no pasar desapercibidos los detalles de esas acciones de la vida, cuando la rueda gira y gira, pero te lleva a vivir la misma experiencia, otra vez. Hay fuerzas espirituales negativas que se oponen a que cumplamos el propósito de Dios, bien podría ser entonces que esas tinieblas se han interpuesto, evitando que las circunstancias y personas alrededor, se alineen al propósito eterno de nuestro Dios.
Y hablando de esto, hay una ciudad importante en un territorio especial y específico, donde Dios nos ha comisionado desde hace 21 años, para alcanzar proyectos de alto nivel. Han sido años de invertir, de sembrar y sobre todo de entregarnos nosotros mismos al propósito. Espero que alguno de mis lectores pueda comprenderme cuando le digo que a veces quiere llegar la frustración, al pasar de los años, sin ver la respuesta, o el fruto esperado.
Quizás te ha pasado, que cuando crees que has avanzado y estás esperando la manifestación del resultado, recibes la noticia de que volviste al lugar donde comenzaste. No siempre tienes la fuerza y la vitalidad para querer comenzar de cero otra vez. Te das cuenta que ya no eres tan joven como hace veinte años. Pero de pronto viene la luz a tu mente y a tu corazón y recibes nuevas fuerzas porque entiendes cosas que antes no comprendías, como:
Cuando tienes a Dios y debes comenzar otra vez, nunca comienzas de cero, sino con el todo de Dios.
Cuando has golpeado una piedra, una y otra vez y no se quiebra, quizás debes pasar por encima de ella, o rodearla, o atravesarla, o cambiar estrategia.
Si las cosas no funcionaron con las generaciones pasadas y las actuales, seguramente Dios tiene preparada una nueva generación, con un espíritu superior.
Si te consideras sin fuerzas, Dios las renueva. Si la visión se nubló, el Espíritu Santo la aclara y te manda a escribirla para recordarla.
Pero además de todo, hay una generación de sucesores impartidos que quizás cosecharán tus siembras.
Entonces, no hay nada por lo cual estar tristes, ni preocupados, porque si Dios lo dijo, Él lo hará a Su manera y en Su tiempo, con quien Él quiera. Aunque para ello sea necesario comenzar otra vez con alguien más.
Amen.