En estos días, he visitado varias veces la tienda de telas. Las personas me conocen ya, es inevitable que cuando me ven sacando medidas y demás, me pregunten: ¿Y usted costura? Siempre les respondo sí, yo costuro, pero esto me lo hará una hermana de la Iglesia.
Cuando yo era solamente una chiquilla de once años, veía a mi madre y a mi abuela costurar en la hermosa máquina Singer, con pedal amplio, el cuerpo de la máquina era negro y era esbelto. Cuando ellas dejaban de costurar, yo me ponía delante de la máquina para aprender a enhebrar la aguja, explorar las diferentes puntadas y demás. En una ocasión, por detener la tela con mis manos, me traspasé el dedo índice con la aguja, no pude olvidar aquel dolor, que debía callar.
Desde esa corta edad, me gustaba diseñar, recuerdo que hice un sostén, entre otras cosas. Después observaba cómo mi madre usaba patrones para costurar, unos eran Mac. Calls y luego salieron unos europeos. También aprendí varias cosas, cuando mi madre reunió a un grupo de mujeres para enseñarles costura y que así, ellas hicieran prendas para su uso y para vender.
Al pasar de los años, cuando me casé, tuve necesidades económicas y recordé que bien podría costurar. De manera que, conseguí prestada una máquina de coser, compraba las telas, diseñaba las modas y hacía trajes para una boutique de la ciudad de Danlí. Siempre me gustó la creatividad que se puede desarrollar con las telas, ¡son tan dóciles en nuestras manos!
Hoy día, algunas personas piensan que tengo mucha ropa, realmente no es así, lo que sí es cierto, es que transformo mis prendas constantemente. Puedo cambiarle las mangas o el largo, o agregarle algo para que luzca más elegante. Las ideas fluyen en mi mente, las plasmo en un papel, o escribo detalles en mi celular. Pero debido a que ya no tengo el tiempo para costurar yo misma, tengo a mi lado mujeres especiales, que no solamente son creativas y costuran bien, sino que están dispuestas para seguir instrucciones y para conectarse conmigo, y llevar a cabo cada proyecto de diseño de modas.
Sería mucho más fácil comprar el vestido hecho en una tienda, quizás hasta más barato, pero me perdería muchas satisfacciones, una de ellas es ensanchar la creatividad, otra es impartirle de esa creatividad a las personas a mi lado, que ya la tienen y sólo necesitan que se les active el depósito. La otra razón es que cada diseño es único y original. Así somos nosotros en las manos del Padre Dios, únicos y originales. Gracias a mis amadas modistas por seguirme las ideas y locuras.
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