Quiero comentarles acerca de una jovencita de nuestra comunidad, quien es muy inteligente, tiene gracia, virtud, capacidad; ella se graduó de bachiller en nuestro centro educativo, y hace unos pocos meses, laboraba allí mismo. Estábamos muy contentos con ella, sin embargo, ya sabíamos que su colaboración sería temporal, porque ella tenía aspiraciones de viajar al extranjero. Es así que la joven, con la autorización de sus padres, comenzó a gestionar una beca para estudiar en una universidad en Taiwán. Como era de esperarse, ella ganó la beca y muy pronto estaba despidiéndose de nosotros, para emprender un camino desconocido, pero que estábamos seguros que sería muy agradable.
Ella y sus demás compañeras que viajaron con dicho beneficio y distinción, estaban sumamente contentas por el buen trato, los privilegios, y todo lo recibido. Demás está decir que sus padres y hermanos estaban muy alegres y agradecidos, aunque la extrañaran. Dicho contentamiento se vio interrumpido por una noticia no grata.
Recientemente, Honduras terminó sus relaciones diplomáticas con Taiwán, para iniciar relaciones con China Comunista. Lo primero que nosotros pensamos fue: ¿Qué va a pasar con las becas para estos jóvenes? Alguien dijo: No hay que preocuparse, a pesar de todo, Taiwán va a respetar el compromiso contraído. Sin embargo, hace unos pocos días, esta joven recibió la información de que, a partir del mes de julio, su beca queda suspendida. No obstante, les ofrecieron que podrían darles una beca para estudiar en China Comunista, a partir de agosto.
¿Será que dicho beneficio es comparable al anterior? ¿Será que la ideología no pesa para aceptar dicha oferta? ¿Será que los principios y fundamentos espirituales en dicho país, sean compatibles con los de jovencitas criadas en un hogar y colegio cristianos?
Evidentemente esto pareciera no tener importancia ante el mar de situaciones que van a cambiar en nuestro país, a raíz de una decisión tomada por los dirigentes del mismo, creyendo hacer lo mejor o más conveniente.
Que el cielo nos sonría y que nuestro Dios nos ayude a sobrepasar tanto cambio político, económico, ideológico y demás. Que Él tenga misericordia de nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. No dejemos de orar, pero también abramos nuestros ojos y oídos, los naturales y los espirituales.
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